Girasol.

Me gusta este sentimiento que se torna en una emoción que te impulsa a hacer las cosas cada vez mejor, cada día y cada momento, te hace tener una sonrisa todo el tiempo…
Recuerdas, revives y, continúas sonriendo.

Recuerdo… la primera vez que te vi, sonreí a partir de ti. Caminabas entre estufas y te seguían dos personas. Ibas casi corriendo, ellos; intentaban alcanzar tus pasos y logre escuchar que decían: Pao no, espera! Fue ahí que supe que te llamas Paola.
No tenía idea de que hacías ô quienes eran ellos pero, no importaba,  sabia tu nombre… Paola.

Hoy, ha pasado un tiempo desde aquella caminata entre estufas, sé quién eres, que haces; sé quiénes son aquellos que te seguían, hoy; ellos continúan siguiéndote... Después de haberte visto, haberte hablado; después de haberte escuchado y haberte pensado… no buscaba algo más que salir contigo. Un café, una cerveza, ir a cenar; tal vez después caminar pero… no quería adelantarme a los detalles. Invitarte seria lo primero, después, estructurar un plan. Fijar tiempos, traslados, lugares… otra vez, me perdía en los detalles.

Llegado el día, quería que todo fuera perfecto, lavar el carro, comprar zapatos; pero, faltaba un detalle, no había un plan. Propusiste ir a bailar pero, yo no bailo. No importa, solo quería salir contigo. Llegada la hora, a buscarte. Con un girasol en la mano, esperaba no evidenciar mis nervios pero si mi alegría. Tú, sonriente, radiante como siempre. No imaginaba algo, solo tu sonrisa era suficiente.

Sentados en el carro yo, sin saber que decir; intentando ver tus ojos a través de tus lentes. Feliz por finalmente conocer tu universo, el girasol sonriendo desde el asiento trasero. El plan; aeropuerto, Abril, departamento, bailar; ô tal vez no.
Probablemente el plan solo era estar, sonreír, estar.

Yo, aquí, observando. Tú, allí, sonriente, hablando, brillando. Observo, tu risa, tu brillo, el azul de tu voz… comprendo. Tiempo. Esperanza. Tiempo. Espera.

Ahora, después del tiempo, después de la espera; la esperanza. A estar. Después de haber visto a través de tus ojos, después de escuchar el azul de tu voz. Después de haber tocado tu cabello y haberme visto en tu mirada, rememoro el sentimiento al llevar tu mano, el crecimiento al andar a tu lado, la explosión al tenerte en mis brazos, al saberte tranquila, conmigo, aquí; olvidarme del infinito en lo finito.

Recuerdo: haz lo que quieras y, aquí estoy, queriéndote.