Estrella.

Es cuando lo recuerdo que me pregunto los motivos; fue el momento, fuiste tu, fui yo o solo fuimos nosotros?

Durante todo el día, desde el despertar temprano para que el tiempo alcance, para que todo salga bien. En mi mente imaginando la cena, el momento, que mis palabras estén bien articuladas, que mi charla no te parezca monótona y paces una linda velada. Mientras en mi vida, haciendo los preparativos por que hoy vendrás a mi casa a mi espacio; el saberlo me llena de una manera muy especial. Recuerdo mi emoción al ver tus letras mientras me preguntabas si la cena seria el día siguiente, decías estar ansiosa; yo también lo estaba.

Al correr del día yo, de una lado a otro preparando todo, imaginando cada momento y cada rincón, no vaya a ser que a Doña Elba se la haya olvidado limpiar algo; quería que todo estuviera perfecto. Al llegar por ti, la espera, el no saber como recibirte como decir hola; el hacerte saber con una mirada, una sonrisa o un simple apretón de mano cuan emocionado estoy; agradecerte el aceptar venir conmigo.

Ahí parados frente a mi puerta, con el temblor en la mano al momento de girar la llave y abrir el cancel, con la emoción a flor de piel de hacerte saber que este soy yo.

Dentro, al verte sentada con esa sonrisa pintada en tus labios, vi tus ojos, al contemplarlos por vez primera, se experimenta el deslumbramiento, el escalofrió de lo infinito y un momento después se reconoce al otro yo sentado ahí, puro y radiante. Entonces entender que, eres el deseo que nace del amor. Por que nada hay que pudiera ver si mirara a través de tu hombro hacia el futuro.

Aquí, parados con Andrés aun de fondo; nuestro reflejo en el espejo muestra tu sonrisa y yo, ahí, a tu lado, temblando nervioso, sin saber que hacer o decir; solo con la intención de abrazarte. Después de un momento pasar a sentarnos, y tu, recostada con la tranquilidad de tu cuerpo sobre mi. Y poco a poco con un beso cambiando el universo en una sola masa, cubierta por una esfera chispeante de tu estrella; el camino hasta tus labios me parecía infinitamente largo y difícil.

Recostados, sobre la cama en silencio desnudos con labios y manos reconociendo la perfección de tu cuerpo tus piernas y espalda, intentando saber todo de ti con las manos, y ese temblor en mis dedos y mi aliento pausado al saberte cerca, al besarnos y sabernos el uno en el otro.Durante ese momento, nuestros cuerpos se abrieron el uno a otro en plenitud y no hubo nada que ocultarse. Y tú, aún como estrella seguías brillando.

Intente que ese momento durara para siempre. Estar juntos el uno con el otro disfrutando cada momento cada espacio, cada sonrisa. Disfruto cuando tus labios sonríen por que tus labios lo hacen.Estar ahí para que encuentres al amigo el amor; tener con quien llorar, reír disfrutar y acompañarnos.

Al regresar a tu casa, en el auto mis manos entrelazadas con las tuyas; y tu, sonreías; recuerdo haber reconocido en tu rostro el de una Diosa. De pronto, ahí estábamos frente a tu puerta; seguías sonriendo, cansada pero aún sonriendo; momento después mirándonos frente a frente una ráfaga de aire dulce lleno de felicidad el ambiente; en el adiós una palabra pura, musical una especie de recitado, un te quiero.

En mi cama, en la soledad de mi espacio te recuerdo con esa sonrisa, con tu mirada, tú, tan perfecta como siempre. Recostado sobre las sabanas recordando cada momento y cada sonrisa de la noche, me sé asustado; por que ante un triunfo tan rotundo e inesperado no sé como reaccionar, tengo miedo. Reconozco que no busco otro lugar para estar más que contigo. Quisiera regresar el tiempo y continuar abrazados, percibiendo el ritmo grandioso; y tu mirada, midiendo la altura del cielo reposando en la calma del firmamento azul.

Hoy cierro los ojos para contemplar tu imagen que esta grabada en el fondo de mi mismo; y no quiero que te marches, no quiero perderte nunca; poder amarte absoluta e imponderablemente, que llene el espacio y penetre todos los cuerpos a nuestro rededor.

Ahora… no quiero dejar de soñar por la fragilidad del amor.

Con mucho cuidado había preparado lo que tenia que decir y que poco queda de aquello en lo que ahora digo. Aquí, me sé sin ti y me inunda una tristeza que nunca comprenderás. Hoy, solo espero que aquella voz que pareció desarrollarse en la felicidad de ese ambiente diga por siempre: te quiero.